Puedes imaginar ¿Cómo sería tu vida si vivieras en un hogar sin servicio de energía? No se podría refrigerar alimentos, no tendrías medios de comunicación electrónicos, se dificultaría el suministro de agua en tu hogar y sería imposible estudiar en las tardes en tu casa, por mencionar sólo algunos ejemplos.
La energía se relaciona prácticamente con todas las actividades de la vida cotidiana de las personas. En México 35 mil hogares el 1%, no cuenta con energía, según datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), estos son los hogares con las condiciones más extremas de pobreza energética.
Miles de personas pueden estar en situación de pobreza energética, incluso viviendo en casas electrificadas, si no disponen de los recursos económicos suficientes para utilizar la electricidad o el gas.
Cabe mencionar que la forma de medir la pobreza energética varía según la zona geográfica de la que hablemos, ya que las entidades en las que se experimenta más calor o temperaturas extremas requieren como un bien económico de calefacción. Los hogares de estas zonas que no tienen energía para la calefacción enfrentarán también una forma de pobreza.
La ausencia de energía limpia y de fácil acceso en los hogares es otro punto que crea la desigualdad social en nuestro país: una casa grande llega a tener hasta 15 focos encendidos, mientras en barrios y pueblos enteros en los que las personas aún usan leña para la preparación de los alimentos.
Lo cual causa impactos en la salud y la vida de las personas. Por ejemplo, mujeres y niños mueren cada año por estar expuestos al humo que se produce por la quema de leña, y la ausencia de calefacción será principalmente grave tras el aumento de la temperatura de la tierra a consecuencia del calentamiento global.
Los gobiernos federales actuales han apostado a la energía fósil, la mayor fuente de energía y de economía. El sistema de abasto de este tipo de energía ha resultado ineficaz, obsoleto, contaminante, costoso. Nuestro país cuenta con abundantes recursos solares y eólicos, suficientes para generar el 100% de la energía consumida anualmente, incluso podría existir un excedente que podría ser exportado. La etapa de recuperación económica tras la contingencia sanitaria por la COVID-19 es una oportunidad para erradicar la pobreza energética en nuestro país.
México debe generar mecanismos y reactivar los que ya existen, como las subastas energéticas de largo plazo, para promover el desarrollo de energías renovables que permita alcanzar las metas contenidas en la Ley de Transición Energética a 2024 para poder desarrollar metas nuevas y más ambiciosas para el 2030; la Secretaría de Energía (SENER) debe promover la generación eléctrica proveniente de fuentes renovables para cumplir con la Ley General de Cambio Climático para la Industria Eléctrica.
Reducir la pobreza energética a través de la energía renovable permitiría lograr la educación primaria universal, reducir el tiempo de trabajo del hogar no remunerado que realizan las mujeres, reducir la mortalidad materna e infantil, y disminuir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero que produce nuestro país y que están dañando al planeta.