Esta semana se cumplen 77 años de que Estados Unidos lanzó la bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima, durante la Segunda Guerra Mundial en la mañana del 6 de agosto de 1945. Lo cual causó la muerte instantánea de cerca de 80 mil personas al principio y de 140 mil al final, un gran número de personas murió sin recibir asistencia médica y quienes fueron a la ciudad a recibir ayuda murieron tras exponerse a la lluvia radioactiva después de la explosión. La bomba atómica destruyó el 70% de Hiroshima y generó un calor de 3 mil grados centígrados, arrasando toda el área dentro de un radio de un kilómetro y medio. La excusa del uso de la bomba atómica por el presidente de Estados Unidos, Harry Truman, durante la segunda guerra mundial fue la amenaza soviética que se vislumbraba en el este de Asia. A principios de agosto, Japón realizó una oferta de paz negociada al frente de los aliados, pero no fue aceptada. Estados Unidos destruyó la Ciudad de Hiroshima con la bomba atómica lanzada el 6 de agosto. El 15 de agosto, el entonces emperador de Japón, Hirohito, declaró que su país se rendía incondicionalmente y señaló que la guerra devastaría al pueblo japonés.
La bomba atómica con uranio de 13 mil TNT (trinitrotolueno) destruyó el 70% de Hiroshima y generó un calor de 3 mil grados centígrados en su centro, arrasó toda el área dentro de un radio de 1,5 kilómetros, el número de muertos fue de 80.000 personas en la primera etapa, y de 140.000 personas a finales de 1945.
La excusa del uso de la bomba atómica por el presidente de Estados Unidos, Harry Truman, durante la segunda guerra mundial fue la amenaza soviética que se vislumbraba en el este de Asia.
Japón anunció que no se rendiría incondicionalmente, a pesar de la Declaración de Potsdam, en la que se le exigía su «rendición» en julio de 1945.
A principios de agosto, Japón hizo una oferta de «paz negociada» al frente de los Aliados, pero no fue aceptada. Acto seguido, la ciudad fue destruida por la bomba atómica lanzada por EEUU sobre Hiroshima el 6 de agosto.
El 15 de agosto, el entonces emperador de Japón, Hirohito, declaró que su país «se rendía incondicionalmente» y señaló que «la guerra devastaría al pueblo japonés».